“Con una óptima relación entre su coste y las prestaciones obtenidas, esta eficaz solución permite resolver los puentes térmicos y obtener una capa de aislamiento sin interrupciones en toda la fachada del edificio”, dicen.
De esta manera, con el correcto tratamiento de los huecos de fachada y de la cubierta, se obtienen edificios que funcionan como un termo manteniendo su temperatura estable, con escasas necesidades energéticas para mantenerla, tanto en invierno (calefacción) como en verano (refrigeración).
La exigencia e implicación, cada vez mayor, de nuestra sociedad en la protección del medio ambiente se concreta en varias líneas de actuación. Una de ellas, muy significativa, es la reducción del consumo de energía para el mantenimiento de las condiciones de confort de nuestros edificios. Efectivamente, la calefacción y refrigeración son consumidores significativos de energía, por lo que actuar reduciéndolos al máximo es primordial, ya que la energía mas respetuosa con el medio ambiente es aquella que no consumimos. Por ello se han desarrollado los conceptos de edificios pasivos que se proyectan y construyen con criterios que minimicen sus necesidades energéticas.
Dentro de este concepto el SATE ofrece una solución muy efectiva, a la vez que simple de aplicar, para reducir a mínimos la demanda energética para climatización de un edificio. Todo ello explica el crecimiento sostenido de este sistema constructivo en todo el país, así como la previsión de que se mantenga durante años. Un buen aislamiento de nuestras viviendas no solo nos permite cuidar el medio ambiente y reducir significativamente nuestra factura energética, sino que también nos proporciona un gran confort interior y protección de nuestra salud al evitar desde la aparición de mohos hasta las pequeñas corrientes de aire interiores, tan inconfortables, que se producen en una vivienda mal aislada. Este sistema consiste en la instalación de una capa continua de aislamiento por la cara exterior de la fachada, de manera que los pilares perimetrales del edificio y los cantos de forjado quedan protegidos por el aislamiento, pierden su contacto casi directo con el exterior, y por ello no se convierten en transmisores que pierden la energía del edificio.