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La virulencia de los incendios en las últimas décadas, propiciada por el cambio climático y el abandono rural, se ha convertido en un serio problema para la población que vive en la interfaz urbano-forestal (IUF). "En los últimos incendios estamos viendo cómo miles de personas han tenido que ser evacuadas de sus municipios y urbanizaciones, dándose  situaciones reales de emergencia civil", recuerda Tecnifuego.

Desde Tecnifuego, Asociación Española de Sociedades de Protección contra Incendios, instan a las autoridades a abordar este riesgo de una forma integral y sin más dilación. Por un lado, la obligatoriedad de contar con planes de autoprotección hay que cumplirla (solo un 20% de los municipios lo tienen implementado). En este sentido cualquier persona que tenga una casa en entorno forestal debe hacerse cargo también de su debida autoprotección, integrando algunas medidas de seguridad. Por otro, acometer a través de un organismo interdisciplinar el desarrollo y puesta en marcha de una legislación integral sobre protección en interfaz urbano-forestal, como demandan los expertos desde hace años. Y desde luego lanzar periódicamente, campañas de concienciación a la población sobre prevención y protección.

Cuando el incendio llega cerca de un municipio y se realiza la evacuación segura, queda la incógnita sobre la suerte que correrán las casas, si aún se encuentra cuando se regres o habrá quedado reducida a escombros y cenizas. De hecho, nadie puede garantizar que las viviendas no sufrirán las mismas consecuencias que los bosques aledaños, pero sí se puede hacer lo que está al alcance: implementar el plan de autoprotección y llevar a cabo medidas de prevención y protección que pueden hacer incluso que la propia parcela haga de cortafuegos a las llamas y preservar los hogares de la catástrofe.  

Para ello, es necesario que se tome conciencia real del problema para prevenir y reducir el número de incendios. Las personas concienciadas que habitan en casas cercanas a bosques constituyen un auténtico equipo de prevención del riesgo en la IUF. Promover la formación y pedagogía en la materia, por parte de las autoridades, especialmente a personas mayores de zonas rurales, debe ser uan práctica común en nuestra geografía.

En primer lugar, siguiendo las indicaciones de la Directriz básica de planificación de protección civil de emergencia por incendios forestales (Real Decreto 893/2013) se debe implementar la autoprotección. La elaboración de los planes de autoprotección es responsabilidad del titular de las instalaciones o edificaciones. Estos planes serán fomentados por los propios ayuntamientos. Las personas que viven en zonas de IUF deben asumir que pueden ser víctimas de un incendio forestal y que tienen parte de responsabilidad en su autoprotección. Una vez conocido el grado de exposición de la casa frente a un incendio, se podrán tomar medidas para la prevención y protección.

Algunas de estas medidas son:

-        Limpiar las zonas forestales que rodean nuestras viviendas o parcelas, despejar tejados y paredes de árboles, hojas y ramas.

-        Cultivar plantas resistentes al fuego, que tardan en arder y hacen de barrera.

-        Disponer de varias mangueras de riego con un alcance que pueda rodear toda nuestra propiedad.

-        Medios de detección y extinción de incendios: Instalar equipos de detección automáticos y alarma, además es muy recomendable que este sistema esté conectado a una central receptora de incendios para que pueda trasmitir, aún sin estar nosotros en la vivienda, la emergencia a los servicios de extinción. Disponer de uno o varios extintores para sofocar o frenar una posible propagación de un incendio en nuestra vivienda y aledaños. Instalar una red de rociadores automáticos que extinguirán cualquier inicio de incendio en el interior. Utilizar materiales de construcción con buena reacción y resistencia al fuego en tejado, fachada y estructura.

Si la casa ya está construida, y no se ha contemplado la protección pasiva, será necesario implementar una rehabilitación integral, que incluya pequeñas mejoras sobre los elementos constructivos y materiales con un mayor riesgo de afectación por fuego mediante la aplicación de pinturas intumescentes sobre madera, morteros ignífugos sobre pilares y vigas o viguetas metálicas vistas, ejecución de techos, cajeado de vigas/pilares o trasdosados mediante sistemas de placas de yeso laminado que minimicen los riesgos y en especial el colapso de las estructuras.

Estas recomendaciones se tienen que amplificar si la casa de campo está construida con materiales combustibles: forjados y vigas de madera sin protección e incluso el contenido o materiales almacenados (textiles, productos químicos, inflamables…). Estos puntos deben ser los más “fáciles” de identificar y atacar.  Además, hay que extender la protección a las estancias aledañas, como almacenes, talleres, garajes, pajares, cuadras (con pasto) que generalmente cuentan con estructura vista y en donde además se pueden realizar actividades o emplear materiales con cierto riesgo.

Por otro lado, el auge de viviendas prefabricadas, de madera y otros materiales combustibles, puede suponer un factor de riesgo. Si bien suelen ser edificaciones que han sido sometidas a tratamientos ignífugos en fábrica, la falta de mantenimiento puede afectar a estos tratamientos.

En este sentido, el mantenimiento de las soluciones, sistemas y equipos de protección contra incendios debe hacerse para tener la garantía de que su nivel de protección es el que tenía cuando se instalaron.

Acometer medidas de protección ante los IIFF requiere un tratamiento holístico para crear capacidad de respuesta, a través del estudio, la investigación, los análisis de riesgos, haciendo comparativas entre las casuísticas de incendios reales y las simulaciones. La recopilación de cientos de estudios de este tipo nos tiene que hacer avanzar en el desarrollo de una normativa en la interfaz urbano forestal, que recoja los requisitos de protección contra el fuego en la edificación, la jardinería preventiva, los cortafuegos, la gestión de los montes, los equipos de extinción, etc.

En definitiva, la problemática de los incendios forestales requiere soluciones globales y de diversas especialidades: preventivas, urbanísticas, legislativas y de autoprotección civil. La protección pasa por una mayor regulación, más formación y más concienciación.

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