La industria de la climatización afronta uno de los desafíos más complejos y urgentes en el contexto actual de cambio climático. En un escenario marcado por el aumento de temperaturas y la mayor frecuencia de fenómenos extremos, los sistemas Hvac se han convertido en infraestructuras esenciales para garantizar la habitabilidad y el confort térmico en todo tipo de espacios.
Sin embargo, el sector se enfrenta a una paradoja significativa: su papel es crucial para mitigar los efectos del calentamiento global, pero su funcionamiento también contribuye al problema. Según el Pnuma y la IEA, los sistemas Hvac representan en torno al 10% del consumo eléctrico global y generan cerca del 7% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, debido principalmente al uso de refrigerantes de alto GWP, Potencial de Calentamiento Global.
Un cambio estructural: más eficiencia, menor impacto
A diferencia de otros sectores, donde mejorar la eficiencia energética puede ser suficiente, en climatización es necesario reducir tanto el consumo como el impacto de los gases empleados. Esto convierte a los refrigerantes sostenibles en un eje estratégico para la descarbonización del sector.
Tradicionalmente, los avances tecnológicos se centraron en aumentar la eficiencia de los equipos. Hoy, sin embargo, se reconoce que el tipo de refrigerante utilizado es igual de determinante. Compuestos como el R-410A, todavía presente en muchos sistemas, tienen un GWP superior a 2.000. Una fuga de solo un kilogramo equivale a emitir más de dos toneladas de CO₂.
Marco normativo y tendencias del mercado
La legislación europea, a través del Reglamento (UE) 517/2014, establece una reducción progresiva en el uso de gases fluorados de alto GWP, fomentando el desarrollo y la adopción de alternativas con bajo o nulo impacto climático. Esta transformación no es solo normativa, sino también tecnológica y estratégica: se estima que reducir las emisiones directas asociadas a los refrigerantes puede suponer hasta el 50% del impacto total de un sistema HVAC a lo largo de su vida útil.
En este contexto, refrigerantes naturales como el propano (R-290) ganan protagonismo. Aunque su implementación implica rediseñar equipos y adaptar procesos de producción, su bajo GWP y buen rendimiento lo convierten en una de las alternativas más viables para el futuro del sector.
Gree y la incorporación de refrigerantes sostenibles
Entre los fabricantes que están liderando esta transición, destaca Gree, el mayor productor mundial de equipos de climatización. Aunque no desarrolla refrigerantes propios, ha comenzado a integrar tecnologías compatibles con R-290 en varias líneas de producto. Entre ellas se encuentran modelos portátiles, deshumidificadores y, más recientemente, sistemas split (serie Charmo) y unidades de aerotermia monobloc (Versati).
Este cambio responde tanto a criterios de sostenibilidad ambiental como a la mejora de la eficiencia energética, reduciendo así también las emisiones indirectas asociadas al consumo eléctrico de los equipos.
En paralelo, Gree sigue utilizando R-32 en muchas unidades split y sistemas U-Match, ya que ofrece un equilibrio razonable entre impacto ambiental, seguridad y prestaciones técnicas. En aplicaciones de climatización de mayor escala —como los sistemas VRF GMV— el uso de R-32 sigue siendo habitual, dado su rendimiento y su compatibilidad con diseños complejos.
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