La descarbonización de materiales como el cemento y el hormigón se perfila como un desafío tecnológico ineludible para el futuro del sector de la construcción. Su viabilidad como materiales estructurales dependerá de la capacidad de la industria para reducir su huella de carbono sin comprometer prestaciones técnicas. Esta fue una de las principales conclusiones de la jornada técnica organizada por Sika en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid, UPM.
El encuentro, estructurado en formato de mesa redonda y moderado por Andrés Velasco, responsable del Negocio de Hormigón de Sika, reunió a representantes de distintos ámbitos: desde la industria cementera y fabricantes de aditivos, hasta el entorno académico y la ingeniería de proyectos.
Transformación de la cadena de valor del hormigón
La sesión abrió con una intervención de César Bartolomé, director de Innovación en Ieca, quien contextualizó el marco normativo y ambiental al que se enfrenta el sector. Recordó que la industria cementera representa entre el 7% y el 8% de las emisiones globales de CO₂, y subrayó la presión creciente derivada de la Directiva de Eficiencia Energética de los Edificios, Epbd, que exige declarar la huella de carbono en cada nueva construcción.
Bartolomé propuso una estrategia integral basada en las llamadas “5 C” (clínker, cemento, hormigón, construcción y recarbonatación) para alcanzar la neutralidad climática en 2050. Además, avanzó que se está trabajando en una clasificación de cementos de baja huella según su Potencial de Calentamiento Global (GWP), actualmente en fase de definición normativa.
Iniciativas desde la producción y la obra
Pablo Gómez, delegado de Anefhop en la Zona Centro, detalló las líneas de trabajo impulsadas desde la patronal, entre ellas, la actualización de la Declaración Ambiental de Producto (DAP) sectorial y el desarrollo de herramientas prácticas para el cálculo de la huella de carbono en cada mezcla. Entre las medidas de aplicación inmediata, destacó el uso de cementos con menor impacto, optimización de dosificaciones, digitalización de procesos y renovación de flotas.
Desde el punto de vista de la ejecución, José Vera-Agulló, R&D Concrete Group Manager de Acciona Construction, explicó que la sostenibilidad se aborda como un objetivo transversal que afecta a múltiples departamentos. Puso el acento en la necesidad de equilibrar criterios medioambientales con requisitos técnicos, como resistencia o trabajabilidad, y remarcó que no existen soluciones únicas, sino que deben adaptarse a las características de cada obra.
El papel de la investigación y la innovación tecnológica
En representación del ámbito académico, Amparo Moragues, catedrática en la UPM, destacó la contribución de la investigación científica al desarrollo de cementos más sostenibles. Señaló que materiales como las escorias, cenizas volantes o arcillas calcinadas ofrecen soluciones prometedoras, aunque aún requieren validación normativa y una mayor demanda del mercado. Recalcó que la durabilidad estructural sigue siendo un requisito indispensable para garantizar la sostenibilidad real.
Por parte de Sika, Ana Arenas, responsable de Sostenibilidad, presentó el papel de la compañía como facilitador tecnológico a lo largo de toda la cadena de valor. Mencionó el desarrollo de herramientas digitales de optimización de mezclas y el reciente lanzamiento de Sikament-3040, un plastificante de base biológica orientado a mejorar el rendimiento técnico sin aumentar costes ni impacto ambiental. Arenas también destacó los objetivos internos de la empresa en reducción de emisiones y consumo de agua.
Colaboración como eje de transformación
La jornada concluyó con un mensaje compartido: avanzar hacia un modelo de construcción bajo en carbono exige la colaboración entre fabricantes, universidades, constructoras, técnicos y administraciones públicas. El consenso entre los ponentes fue claro: la transición hacia un hormigón más sostenible no solo es necesaria, sino urgente y técnicamente viable.
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