La transformación de la vida en sociedad se acelera hacia una mayor concentración en entornos urbanos densos, donde el espacio interior adquiere protagonismo. Según estimaciones recientes, más del 50% de la población mundial reside en áreas urbanas, y para 2045 esta cifra crecerá 1,5 veces, alcanzando los 6.000 millones de personas. A ello se suma que pasamos cerca del 90% de nuestro tiempo en interiores, lo que convierte a los edificios en un elemento central para la calidad de vida y el bienestar.
En este escenario surge el concepto de smart city, entendido como un modelo urbano que aplica tecnología digital para gestionar recursos de forma más eficiente, mejorar la experiencia de los habitantes y reducir el impacto ambiental. No se trata solo de la integración de dispositivos conectados, sino de un marco que articula la sostenibilidad en cuatro dimensiones —económica, ambiental, social y de gobernanza— apoyadas por la tecnológica como catalizador. El objetivo final es ofrecer entornos habitables sin comprometer el futuro del planeta.
La literatura académica documenta impactos tangibles de este enfoque: reducción del consumo energético, disminución de emisiones de CO₂, optimización de la movilidad y acceso a información en tiempo real para los ciudadanos. En el ámbito edilicio, desde estrategias de diseño pasivo que reducen la demanda de climatización hasta sistemas de monitorización que incentivan cambios de comportamiento, todo contribuye a incrementar la eficiencia. El crecimiento de los smart buildings refleja esta tendencia: según Jupiter Research, pasarán de 45 millones en 2022 a 115 millones en 2026, un aumento del 150% en cuatro años. Dentro de esta evolución, los baños adquieren un papel estratégico.
El agua como recurso crítico en la ciudad inteligente
Aunque con frecuencia la atención se centra en la energía, la gestión del agua resulta igualmente decisiva para los objetivos de sostenibilidad de las ciudades inteligentes. Además de ser un recurso vital, su captación, potabilización, distribución y tratamiento conllevan elevados costes energéticos y ambientales.
En los edificios, el mayor consumo hídrico se concentra en los baños, a través de inodoros, duchas y grifería. Por ello, este ámbito ofrece un margen significativo de mejora. Tecnologías como sensores de presencia, válvulas temporizadas, sistemas de recirculación o grifería inteligente permiten reducir el consumo sin comprometer el confort ni la higiene.
La digitalización convierte al baño en un nodo activo dentro de la infraestructura urbana. La medición en tiempo real de caudales, temperaturas e incidencias aporta trazabilidad, lo que facilita tanto el control individual de los usuarios como la gestión predictiva de las instalaciones a escala colectiva.
Innovación y soluciones integradas para la gestión hídrica
En este marco, diversas compañías del sector están desarrollando sistemas destinados a transformar el baño en un espacio eficiente dentro de la smart city. La tendencia apunta hacia soluciones integrales que no solo proporcionen productos aislados, sino plataformas de gestión hídrica que integren domótica, control de consumos y compatibilidad con certificaciones ambientales como BREEAM, LEED o WELL, cada vez más relevantes en proyectos de referencia internacional.
Entre las tecnologías más avanzadas se encuentran sistemas que regulan de forma remota caudales, temperaturas y tiempos de uso, así como equipos de recirculación que evitan el desperdicio de agua hasta que alcanza la temperatura adecuada. También destacan dispositivos de activación sin contacto y griferías temporizadas, orientados a reducir consumos y garantizar condiciones de salubridad en edificios de uso intensivo.
Estas soluciones incorporan criterios de economía circular mediante materiales de bajo impacto, alta durabilidad y reducción del uso de componentes como el plomo, lo que contribuye a mejorar la sostenibilidad global del ciclo de vida de los productos.
Normativa y tendencias en el horizonte
La evolución del marco regulatorio indica un refuerzo progresivo en tres ejes principales: sostenibilidad, accesibilidad y digitalización. El ahorro de agua y energía dejará de ser un factor diferenciador para convertirse en requisito legal en muchas jurisdicciones. La accesibilidad universal ganará protagonismo en el diseño de baños, y la digitalización se consolidará como herramienta indispensable para la gestión predictiva y el mantenimiento de instalaciones urbanas.
Todo ello apunta a que el baño del futuro será un espacio interconectado, capaz de comunicarse con los sistemas de gestión de edificios y de las propias ciudades. En este proceso, la eficiencia en el uso del agua se perfila como uno de los ámbitos donde el impacto será más visible. En las smart cities, cada gota cuenta, y la innovación en los espacios de uso cotidiano será determinante para alcanzar un modelo urbano sostenible.